Un mismo final – parte 1

Como quisiera besarte, quitarte esa túnica blanca rasgada por tus viajes, lavar tus pies llenos de heridas por el caminar que debes recorrer, todo por aquella encomienda a cumplir para a todos satisfacer, como quisiera que lo mandáramos todo a la mierda y que solo te recostaras a mi lado para poder sentir tus manos, que aunque rasposas, con ellas quisiera que desgarraras mi vestidura, me tomases por el cabello para besar mi cuello, sentir mis pechos y el sudor que recorre mi espalda por la emoción de sentir tu miembro, quisiera yo ser tu primera y última cena, en lugar de compartir éste momento con todos ellos que consideras dignos de tu reino.
Pero por más que lo digo, que lo pienso y que te lo grito, tu respuesta sigue lastimándome por dentro, para qué salvarme de un par de rocas, cuando tú me has lanzado una más grande, donde día a día te veo, te sigo, te escucho y te admiro, pero por más que repitas mil y un veces que me amas, mi cuerpo no puede sentir lo que tus labios vomitan frente a mi.
Siempre a tu lado iré y acompañándote estaré pues aunque por más que lo desee, se que tú, hijo de Dios, dentro de mi, aunque eso quieres, no piensas caer.

– María Magdalena declamando en su interior. 

La piedad de Miguel Angel

Puede que también te guste...

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *