Regálame ese beso eterno y te levantaré un templo, donde la misa sea ver tus ojos brillar y el evangelio la unión de nuestras almas en paz, que sepan que no necesito credos, solo mis manos acariciando tu cuerpo, beber tu sonrisa y bajo la luna confesar que no necesito nada más, ni pócimas ni hechizos para tu alma encantar.
Y al rededor de una fogata unir nuestros cuerpos con un mismo final.