¡Aléjate!¡aléjate! me grita aquél ruiseñor,
decido reiterar cuanto me encanta verlo volar
y en una jaula no lo quiero dejar,
su lugar en el mundo es brillar, cantar
y alegrar la vida de los que a su al rededor están.
Puedo ver como volando se aleja cada vez un poco más,
desde el lugar que antes usaba cerca de mi ventana para cantar,
pero no importa cuan lejos esté, en sus plumas
y canto por siempre permaneceré, como él en el mío también.
Pues no hay noche que a pesar de lo lejos que se haya ido,
lo escucho a mi ventana volver.